lunes, 8 de diciembre de 2008

Esperar a vivir


Un día una dieta, y después otro una balanza, y otro un espejo al que se lo visita con insistencia, y después espejos por todas partes, y metros, y números, y pesos y calorías como en una gran pesadilla que comienza a invadir cada uno de los rincones para dejar relegado el instante. Dónde se escondió la vida? 

Se late despacio, todo comienza a ser más gris, y poco a poco la soledad, la angustia tan honda, lo comienza a abarcar todo. La mirada vuelve al espejo una y otra vez, buscando que nos de su aprobación, pero la aprobación no está en el espejo esta en nosotros, y por alguna razón no estamos dispuestos a dárnosla. Entonces agarramos a ese cuerpito y lo lastimamos con dietas, lo privamos de alimento, hasta lo hacemos sangrar… somos nuestros peores verdugos. 
El deterioro y la debilidad emocional y física van haciendo que uno termine por perde
rse ahí adentro, en esa superficie chata que roba almas (quien se ríe?) creyendo que la verdad reside en la imagen. Qué se proyecta en el espejo? Qué pasa adentro y por qué se elige quererse tan poco?. 

Me pregunto qué le diríamos a un amigo que nos dijese una y otra vez que somos feos, gordos, deformes, que nadie nos quiere y todas esas palabras que uno mecánicamente se repite cuando se enfrenta al espejo. Cuántos de nosotros nos dedicamos diariamente palabras destructivas que nos impiden salir a la vida con energía y felicidad? Y si hiciéramos lo contrario? Y si eligiéramos querernos? Decirnos cosas lindas? Reconciliarnos con nosotros mismos?

A veces se hace difícil hablar, uno se queda impotente pensando qué decir, desde dónde hacer entender la gravedad de lo que enferma. Desde dónde quebrar esa coraza que impide asumir la enfermedad y cómo hacer para transmitir que se puede sanar, que se puede revertir toda esa energía que se pone en autodestruirse en curarse. 

La vida pasa, y hay que ver qué queremos hacer con ella y por qué elegimos quedar encadenados, de dónde viene la creencia que atados a nuestro cuerpo, atados a lo que sea, vamos a ser más felices… qué esclavo es feliz? Cómo hacer para transmitir las ganas de
 vivir cuando hay tanto dolor y soledad, cómo hacer para devolver luz y hacer sentir que detrás de la enfermedad hay una vida hermosa que merece ser vivida? Cómo concienciar que uno se va privando de vida, que se va encerrando, que con la enfermedad la vida termina siendo eso que pasa ahí afuera. 

De cuánto está privando la enfermedad? Cuánto tiempo se pierde diariamente atrapado, midiendo pesando o pensando? Cuán presente se está en el
 día a día? Cuán consciente se es de la esclavitud? Cuánto se está dejando de hacer porque uno no se siente bien consigo mismo? Cuantas cosas que gustan, cuántos momentos de compartir se relegan por la adicción? Por qué da miedo enfrentarse al mundo? Cuán larga es la lista? 
Cuánto más vas a esperar para vivir? 

verónica

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si verdad que tristeza!! pero como tu dices aveces nosotros mismos nos privamos de aceptarnos, y la obsción se hace constante muy bueno el escrito!! mil saludos