miércoles, 1 de octubre de 2008

Detrás del espejo

Creo que es tiempo de relegar los espejos, de pararnos todos, cada una de nosotros y hacer una profunda reflexión, asumir nuestras responsabilidades, como madres, padres, hermanos, amigos, comunicadores, educadores: como sociedad entera.
La bulimia, la anorexia, los trastornos de la alimentación, no son enfermedades de chicas, chicos, niñas, niños y adultos que quieren ser como el modelo de tapa, son el síntoma de una sociedad disfuncional, que inculca valores equivocados, que no tolera la diferencia dejándonos solos en el mundo pidiendo a gritos que nos miren y nos acepten.
No se trata de cambiar los modelos de mujer flaquísimas por otros más normales, (aunque sin duda ayudaría). Cambiar un modelo por otro es postergar por un tiempo el análisis... un gran error.
Llenos de angustia y tan tan solos miles de mujeres y hombres se encierran en sus mundos por miedo a no ser aceptados.
Todos andamos como locos por la vida, desorientados, de un lado para el otro tratando de encajar en los patrones de lo que debería ser, de los modelos exitistas de una sociedad que privilegia la imagen al ser. Y de pronto, un día, nos encontramos con que ya no sabemos quiénes somos ni qué queremos, y nos ahogamos de soledad y nos llenamos de hambre siguiendo los pasos de otros que se imponen como ideal, negándonos así una vez más.
Cada vez que nos paramos frente al espejo y nos comparamos algo adentro se derrumba.
Cuando nos comparamos nos anulamos, nos diluimos lentamente hasta desaparecer. Renunciamos a nuestras voces, a profundizar en lo que somos para ser el sueño o el cuerpo de otro reflejado en el nuestro.
El problema no es la imagen, sino la comparación. No puede existir un modelo de mujer, de hombre, porque somos infinitos y únicos. Limitarnos a seguir viendo sólo una clase de belleza es destruirnos y encadenarnos, negar nuestra naturaleza única para atiborrarnos de angustia.
Relegados de nosotros mismos al aceptar que se nos asignen modelos a seguir, terminamos todas, todos, encerrados en una prisión desde la cual es muy difícil relacionarse, amar, vivir. Nos desconectamos en cuerpo y alma, de uno y del otro, cuando son un todo. De esta forma desistimos, renunciamos a confiar en nosotros, a ser libres y caminar el mundo creando, sea cual sea el campo en el que nos desempeñemos. Renunciamos a devorar el mundo felices para permanecer inseguros devorados por él, incapaces de quebrar las estructuras que pretenden darnos forma y siguiendo sumisos sus mandatos.
En vez de preguntarle constantemente a la imagen que nos devuelve el espejo y la balanza, quiénes somos y preocuparnos por las calorías, gramos de lo que ingerimos, deberíamos cuestionarnos qué nos falta, por qué estamos tan hambrientos. Tal vez buscamos ser aceptados, por una sociedad en la que se rechaza lo diferente, negando así la diversidad de la vida y la naturaleza. Entonces somos arrastrados a pasar una y otra vez por recetas de dietas que minan nuestra salud y nuestro ánimo o por el quirófano, o sufriendo horas en un gimnasio intentando modelar nuestro cuerpo cuando ni siquiera nos podemos conectar con él. En el fondo todos buscamos ser reconocidos ajustándonos al patrón de belleza que se impone en el momento para así sentirnos mejor y poder mirarnos al espejo sin miedo.
La cuestión es que preocupándonos por nuestra imagen y no por nutrir nuestro cuerpo y alma, nos desconectamos de nosotros mismos, de nuestros anhelos profundos, postergamos nuestra vida, nuestros sueños tapándolos con un bisturí o un atracón. Pero las heridas y carencias siguen ahí, así como la soledad tan intensa que ahoga. El miedo a no ser mirado y aceptado sigue rondándonos, acechando y jugando con nuestra hambre.
Mientras la inseguridad crece y lo invade todo.
Tal vez sea momento de frenar, de observar atentamente a nuestro alrededor quebrando los espejos para poder mirar acá adentro. La sociedad la formamos todos, y todos tenemos que hacernos cargo de nuestra parte de responsabilidad. Intentando educar en la aceptación del cuerpo a nuestros hijos, intentando no marginar, reforzando la autoestima, construyendo redes firmes entre todos que nos cobijen. Creando una sociedad en la que nos sintamos protegidos, aceptados y no amenazados y bombardeados, atacados por mil y una imágenes que nos invitan a ser de todo, menos lo que somos. Cuidando a nuestros pequeños y adolescentes entre todos para que crezcan seguros y felices ya que un niño o una niña que no apruebe su cuerpo difícilmente podrá vincularse con su entorno de una manera saludable y feliz. Nuestro desafío reside en unirnos, comunicadores, padres, madres, todos como sociedad logrando aunar esfuerzos para poder enfrentarnos al espejo, sin miedo y sonreír.

Verónica

2 comentarios:

Anónimo dijo...

olas :)
k bueno k exista un blog como este
tengo 17 años y tengo anorexia y bulimia.

Empeze con esta"enfermedad" hace unos meses, lo bueno es que se que lo tengo lo malo es que me rehuso a curarme.

He visto testimonios y todo eso
yo no quiero terminar conectada a varios tubos para poder alimentarme, ni con problemas consecuentes de la enfermedad.

Ser anorexica o bulimica es para mi como un medio para bajar de peso, deuna vez que lo haya conseguido dejare de serlo. supongo.


Es bueno que existan etas painas y blogs como dije al principio. tomare en cuenta las recomendaciones.

xica obsesionada dijo...

hola tengo 16 años y cuando me miro al espejo siento asco de verme.Me veo gorda y asquerosa mis amigas me dicen que soi tonta en obsesionarme y que estoi muy bien pero yo no lo veo asi...ya ningun chico me mira ni nada y los novios de mis amigas me hacen sentir mal porque me dicen que estoi gorda aunque me lo dicen de broma pero yo me lo tomo en serio.Quiero adelgazar